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En 1752 hay en Quintana del Rojo un molino harinero de una rueda propio de Francisco Carrera sobre las aguas del arroyo del Val de Quintana, en el que muele dicho Francisco parte del pan que gasta en su casa, y calculan que pudiera arrendarse en 3 celemines de pan mitad trigo y cebada, pues se le considera muele al año tan sólo 20 días en las avenidas de aguas del arroyo.

Al igual que en todo el Valle, en San Martin y Quintana también había apicultores. En este caso había bastantes personas con pies de colmenas. Había un total de 64 pies de colmenas repartidas de la siguiente forma: 6 de Don Francisco García, el cura, 18 de Antonio García, una de Lucas Pérez, 3 de Francisco Carrero, 8 de José García, 5 de José Martínez, una de Juan de la Serna, 4 de Manuel de la Serna, 3 de Marcos Pérez, una de Esteban García, 6 de Tirso Pérez y 8 de Rosa García y cada colmena les reportaba 3 reales al año a sus dueños.

Además de la agricultura, otro pilar en la vida de sus vecinos era la ganadería. Allí podíamos encontrar muletos de recriar, pollinos para el gobierno y criar, carneros y castrones, ovejas, cabras, chivos, borros, cerdos para el consumo y cerdas para criar.

Estos animales estaban repartidos entre los 17 vecinos  y 2 viudas que vivían en 1752 en ambos pueblos. Hay que entender como vecino únicamente al cabeza de familia por lo que se entiende que había 17 familias con sus hijos y 2 viudas quizás con los suyos. Estos vecinos vivían en las 26 casas habitables de que se componían ambos pueblos junto a algunos pajares agregados y unidos a ellas.

Como era habitual en aquella época el concejo mayor de este lugar tenia contra sí un censo de 100 ducados de principal y 3% de interés a favor de los herederos de D. Juan Antonio de la Gala, vecino que fue del lugar del Almiñe y que fué necesario pedir para la defensa de pleitos sobre términos. Además de este préstamo, otro de 600 reales de principal a 3% que impusieron a favor de Don Felipe Ruiz Puente, cura beneficiado de dicho lugar del Almiñe, para el seguimiento de un pleito sobre que en la parroquia de él hubiese Beneficiado separado de el del barrio de Quintana por haberle habido anteriormente.

Entre los 17 vecinos, había 4 tejedores: Domingo González, Francisco Carrera, Tomas García y Juan López que calculan ganarían unos 2 reales diarios. Estos además de este oficio también se dedicaban a la labranza. Los demás eran labradores, sus nombres: Antonio García, Lucas Pérez, Juan Antonio de la Serna, Domingo Pérez, Martin Martínez, Andrés de Riguera, Esteban García, José Pérez, Tirso Pérez y Manuel de la Serna.

Estaba también José Martínez, vecino de este lugar, que se dedicaba a guardar el ganado por lo que ganaba de soldada o sueldo 27 fanegas de pan mitad trigo y comuña. Dos de sus vecinos trabajaban para el Monasterio de Rioseco, José García era criado de dicho Monasterio y Marcos Pérez era pastor en Rioseco. Ambos tenían la residencia en el citado Monasterio. Luego estaban Francisco Martin, hijo mayor de Rosa García, una de las viudas, a la que ayudaba en la labranza de sus tierras, Manuel Pérez, hijo de la otra viuda Maria López y Juan Antonio Ruiz que era criado de Don Francisco García, el cura beneficiado, al cual le labraba sus tierras.

 

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